¡Cuánto más inteligente y verdadera es la concepción platónica que la que hoy quisiera reemplazarla! En realidad, no es la oración la que aliena, no es la vida religiosa, sino la vida del mundo, toda relación con las cosas y con los hombres, si esta relación no te conduce a Dios, en tu íntimo.

Alienante es comer, beber, dormir. Alienante todo trabajo, todo acontecimiento que te involucre, alienante incluso el amor humano. Todo te aparta de tu íntimo centro, no te restituye a ti mismo. Sólo en el acto en que te encuentras con Dios, te encuentras contigo también.

4 de marzo de 1981