Quien sabe escribir, sabe embaucar al lector. Os lo digo yo que escribo mucho. De mis libros parece que soy alguien, pero, cuando me conocen, se dan cuenta de quién soy: un pobre hombre. Es cierto que no queremos engañar, pero, como naturalmente y sin darnos cuenta, estamos inclinados a lucirnos con bellas frases y bellas palabras.

Dio solo e Gesù crocifisso (1985), p. 15