Mientras tengáis méritos, mientras tengáis virtudes, ya que tenéis algo, no podéis ser santas […]. No digo que no debéis ser virtuosas, sino que no debéis considerar las virtudes como vuestras. La posesión incluso de las virtudes es la medida que ponéis al don de Dios. ¡Solo Dios es santo! El alma tiene que abrirse a Él, totalmente libre de toda posesión, aun interior. Quien está apegado a sus virtudes es demasiado rico para poseer a Dios.

Spiritualità carmelitana e sacramenti, p. 288