La fiesta de la Pascua es ciertamente el recuerdo sacramental de la muerte y resurrección de Cristo, pero aquel misterio no se podría celebrar si no anticipáramos también el fin y la resurrección de todas las cosas, la verdadera Pascua, la Pascua última, definitiva, cuando en torno a la mesa de Dios se sienten todos los hombres, todas las naciones, de todos los tiempos, para vivir la alegría pura e inmensa de su comunión con Dios.

Tomado de La presenza del Cristo