«Debemos entender que la fe siempre es un milagro y exige de nosotros la superación de todo temor y la certeza de que Dios todopoderoso vive en nuestros corazones. Sería de verdad no sólo ingenuo, sino también culpable pensar que puede haber en nosotros la fuerza para lograr lo que humanamente es inalcanzable. Y todo lo que Dios nos pide es inalcanzable para el hombre.
Todo cristiano debe atreverse a lo imposible y, si cree en Dios, no solamente puede, sino que está obligado a atreverse».
De la circular de septiembre de 1999